Contaminación

¿Cuáles son las causas de la lluvia ácida?

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Ya casi es imposible encontrar a nadie que discuta que cada vez son más evidentes los efectos negativos que la contaminación ha causado a nuestro planeta. Por desgracia, en estos años hemos incorporado a nuestra cotidianidad conceptos como “lluvia ácida”, “efecto invernadero” o “capa de ozono. Para paliar o detener estas nefastas consecuencias, nada como conocer cuáles son las causas de la lluvia ácida, uno de los fenómenos que más nos afecta.

La lluvia ácida no es otra cosa que una precipitación de agua en la que  se detecta una alta concentración dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, sobre todo ácido sulfúrico y ácido nítrico. Abarca todos los fenómenos meteorológicos en los que la protagonista es el agua, tanto las precipitaciones líquidas como en forma de granizo o nieve y, además, las neblinas, el rocío o la bruma. Incluso puede detectarse en forma seca, en la composición de los gases y las partículas en suspensión del aire.

Para ser lo más exactos posible, cabe aclarar que la lluvia y estos otros procesos climatológicos presentan un cierto grado de acidez de manera natural, sin que se pueda achacar a la acción del hombre, ya que el CO2 es uno de los componentes de la atmósfera. El problema viene cuando esos niveles se disparan, ya que tienen graves repercusiones directas y permanentes en el medioambiente.

Origen de la lluvia ácida

Como hemos visto, hay una lluvia ácida que se podría considerar normal, la que está libre de agentes químicos externos suele mostrar un pH de cercano al 5, teniendo en cuenta que el neutro se fija en 5,6. Pero, en los casos más contaminantes se han detectado niveles de 3 o inferiores.

Una explicación a este amplio margen del grado de acidez tiene que ver con la exposición de la zona analizada a los factores causantes de este fenómeno y la duración de ese contacto. Entre estos detonantes de la lluvia ácida, los hay naturales y producto de la acción humana, como vemos a continuación.

Desencadenantes naturales

El más conocido y habitual tiene que ver con los volcanes que, cuando entran en erupción, emiten altas dosis de dióxido de azufre y otros elementos químicos contaminantes.



También los terremotos implican la liberación de elevadas cantidades de este tipo de sustancias. Incluso, en medio de una fuerte tormenta eléctrica, los rayos pueden calentar el aire hasta el punto que se libere óxido de nitrógeno.

Finalmente, en el proceso de descomposición de las plantas en combinación con la humedad, con la presencia de sulfuro de dimetilo se pueden provocar reacciones químicas que produzcan azufre.

Desencadenantes artificiales

Pese a lo dicho anteriormente, la incidencia y extensión del fenómeno de la lluvia ácida sólo empieza a adquirir dimensiones preocupantes a partir de la Revolución Industrial. Y, se ha ido agravando exponencialmente en las últimas décadas por la confluencia de factores que sólo tienen que ver con la actividad humana.

Básicamente, hablamos de todas las acciones que implican la emisión de enormes cantidades de dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) a la atmósfera, sobre todo como consecuencia de la contaminación producida por la quema de combustibles fósiles, es decir, carbón y derivados del petróleo.

Así, en las grandes zonas industriales y las áreas urbanas donde se concentran cantidades importantes de vehículos de motor, los niveles de emisión de sustancias contaminantes al aire se disparan. También en grandes poblaciones en las épocas en las que se hace uso de calefacciones y sistemas de climatización que no usan fuentes de energía limpias.

El problema más importante, al analizar las causas de la lluvia ácida, es que se ha comprobado que su radio de influencia supera en mucho las zonas donde se concentran esas actividades contaminantes, ya que se expande fácilmente con el viento y se filtra en el suelo.

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