Sostenibilidad

Las consecuencias del consumismo en el medioambiente

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La continua adquisición de productos de consumo está poniendo al medioambiente al límite. No importa qué se compre, porque solo las bolsas ya suponen un enorme problema. Según datos de Greenpeace, solo en la Unión Europea se adquieren más de 100.000 millones de bolsas de plástico. Y solo un 7 % se recicla.

¿Qué es el consumismo?

El consumismo es la tendencia de la población a consumir y adquirir productos en exceso. Además, este modelo de consumo también fomenta la compra de productos nuevos antes de que los anteriores hayan perdido su utilidad.

¿Por qué hay sociedades de consumo?

Se da en los países más desarrollados en los que una gran cantidad de la población pertenece a la clase media. Esto significa que, si bien hay unos pocos capaces de comprar mucho, también hay muchos capaces de comprar un poco.

Esto se debe a la evolución de las sociedades donde el obrero no podía poseer nada. Actualmente, hemos pasado a una etapa en la que se puede acceder a (casi) todo. Esta libertad de elección ha provocado durante el último siglo un cambio en la mentalidad de la gente. En muchas ocasiones ya no compramos por necesidad, sino por capricho.

Entonces... ¿cuál es el problema?

Cuando la población cambió de mentalidad, se pensaba que los recursos eran infinitos. La Tierra parecía tan grande que sus recursos jamás se agotarían. Esa mentalidad dio lugar a la cultura del consumo. En otras palabras, no se veía ningún problema en consumir y consumir, aunque no fuera necesario. Por supuesto, la economía dependía de mantener el consumo, y esta tendencia se incentivaba por todos los medios.

Hoy en día, quizás un poco tarde, comenzamos a darnos cuenta del error. Los recursos no solo se agotan, sino que los residuos se acumulan.

El doble filo del consumo

A pesar de lo anterior, el consumo en sí no es malo. Tener al alcance comida, agua, productos de necesidad básica y algunas comodidades es algo positivo. Porque ¡ojo!, no solo consumes cuando compras en una tienda. Las comodidades como coger el autobús o el metro también implican consumo.

Como decíamos, tener esto a nuestro alcance no es el problema. El problema es el fácil acceso a, por ejemplo, el agua o la comida, ya que aumenta el desperdicio: un grifo goteando, una bañera llena para limpiarnos, alimentos caducados a la basura, etc.



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¿Esto tiene solución?

Si queremos mantener nuestra calidad de vida, solo hay una solución. Si estuviéramos dispuestos a renunciar a nuestra libertad para comunicarnos por Internet o a hacer viajes, sería sencillo. Pero eso sería ir hacia atrás. En consecuencia, la solución no es tan sencilla.

Por suerte, parece que los efectos producidos durante el último siglo por el consumismo nos han abierto los ojos. Por eso, ya han comenzado a tomarse medidas para frenarlo. El cambio legislativo que obligaba a pagar las bolsas de plástico es un claro ejemplo. Esta medida fomentó la venta de bolsas de otros materiales más sostenibles y más duraderas.

Este es solo un ejemplo de la solución: el consumo responsable. ¿Y qué es el consumo responsable? Muy sencillo. No comprar un teléfono nuevo cada año por una mejora del 10 % en su definición de imagen, evitar viajar en avión si puedes elegir el tren, utilizar bolsas reciclables, etc.

Así pues, detener el consumo no es razonable, pero sí lo es reducirlo cuando sea innecesario. Por eso, no hay que dejarse llevar por las ofertas en un mundo que nos bombardea a anuncios y promociones continuamente. La solución no es cambiar el mundo: es cambiarse a uno mismo y ayudar a los demás a cambiar esa mentalidad.

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