Ecología

Las 3 consecuencias del desequilibrio ecológico

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Cualquier proceso que influya en un ecosistema puede producir un desequilibrio. Normalmente, cuando se habla de desequilibrios es porque el ecosistema no puede recuperarse tras el cambio. Es por eso que es importante estudiarlos, pues pueden cambiar por completo un ecosistema. Las consecuencias podrían ser desastrosas. En el artículo vamos a hablar de los desequilibrios más comunes.

1. Desertización

Ya sabemos que la desertización es un problema, pero, hay que analizar las posibles causas —o desequilibrios— que llevan a este proceso:

Hay más causas, pero estas son algunas de las más comunes. Si nos fijamos bien, veremos que varias de ellas están causadas (ya sea siempre o en parte) por la mano del hombre.

Esta consecuencia clara y directa de los desequilibrios ecológicos es la forma final y difícilmente recuperable del daño que puede recibir el medioambiente. Una vez que el suelo pierde su consistencia y composición, difícilmente volverá a albergar la vida que solía tener.

2. Pérdida de biodiversidad

Si la desertización acaba de manera obvia con un ecosistema y sus especies, este punto merece mención aparte por lo sutil que puede ser. Muchas veces no hace falta destruir por completo el ecosistema para causar un daño irreparable.

Un círculo vicioso

Y es que «pequeños» cambios, como la introducción de la caza, pueden suponer el inicio de la destrucción. Si bien no termina en desertización, puede acabar con el ecosistema igualmente. Esto se debe a que el cambio en una sola de las especies afectará de una u otra forma a la totalidad.

Si disminuye la cantidad de presas, los depredadores sufrirán la falta de alimento. Pero si eliminamos una especie herbívora podríamos eliminar el encargado natural de la limpieza del sotobosque. Esto promoverá los incendios y la erosión del suelo. También podríamos haber eliminado con esa misma especie a las aves que se alimentaban de los parásitos que tenían sobre la piel.



Puede parecer un asunto trivial perder una especie en una zona reducida, pero no olvidemos que la caza se da en áreas extensas. Ya han desaparecido numerosos depredadores en la península Ibérica y, de los que quedan, varios de dichos animales están en peligro de extinción. Pero no es solo «perder una especie». Perder un ecosistema podría conllevar la desaparición de una planta utilizada en la industria farmacéutica para salvar vidas. Así que, incluso si no te importan los animales, piensa en las consecuencias directas que podrías sufrir.

Ver más: 4 plantas que se encuentran en peligro de extinción

3. Lluvia ácida

Así, llegamos a un impacto sobre toda la vida, incluida la humana. La emisión de productos contaminantes que desequilibran el ciclo del agua y su regeneración-absorción del planeta acaban por romper este delicado equilibrio. Por lo tanto, esos productos no pueden diluirse en la inmensidad y se devuelven al suelo junto a la lluvia.

Esta lluvia ácida cambia el pH de los suelos, impidiendo el crecimiento normal de plantas —salvajes o cultivadas—. También es dañino para los seres humanos. Así, vivir en zonas que sufran este tipo de lluvia puede provocar o acentuar enfermedades respiratorias. Esto se debe a las partículas que se quedan en suspensión tras las precipitaciones. También el pH del agua cambia, pudiendo acabar con especies de consumo humano. Sobre todo, debido a que muchas especies acuáticas tienen una baja tolerancia a los contaminantes.

Sea por razones solidarias o egoístas, te preocupen los animales o no, eso no importa. Los desequilibrios ecológicos nos afectan de muchas formas, incluso si los provocamos nosotros mismos. Es importante concienciar del daño que un pequeño cambio puede ocasionar. También es primordial evitar interferir con un ecosistema cerrado que puede y se mantiene por sí mismo.

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