¿Qué clases de ecosistemas podemos encontrar en nuestro planeta? Descubre toda la información acerca de…
Ecología
Ecosistemas artificiales: qué son, tipos y características
Aunque parezca que entran en seria contradicción, lo cierto es que existen ecosistemas que no son creación de la Naturaleza. Y no son pocos, ni tienen una connotación negativa de partida. Efectivamente, aciertas si al pensar en los ecosistemas artificiales que encontramos en el medioambiente, tu respuesta es que la acción del hombre es la que los origina.
Pueden llegar a confundirse, pero hay que diferenciar entre los ecosistemas diseñados y establecidos por las personas de forma consciente y con intención, de los de origen natural que cambian como consecuencia de alguna intervención humana. Estos últimos se conocen como ecosistemas naturales modificados, en los que desaparecen especies animales o vegetales por causas ajenas la naturaleza.
Es fácil deducir que este tipo de ecosistemas modificados son los que realmente tienen sí o sí que preocuparnos. Los cambios que sufren son producto de la contaminación, de la tala de bosques, de la caza indiscriminada de determinados animales y actuaciones similares que traen consecuencias como la desertización o la aparición de plagas.
Sin embargo, la expansión de los ecosistemas artificiales de forma incontrolada y su concentración en determinadas áreas, también los han convertido en un problema para la supervivencia del Planeta, al menos tal y como lo conocemos. Se calcula que en los dos últimos siglos el casi el 30% de la superficie terrestre ha reemplazado sus ecosistemas naturales por los artificiales. De lo que se trata es conseguir que al menos su impacto ambiental sea mínimo.
Características de los ecosistemas artificiales
Si la principal seña de identidad de los ecosistemas artificiales es que son creados por el ser humano, no es difícil desentrañar cuáles son sus características básicas:
- Modificables en cualquier momento. Todos sus elementos y condicionantes pueden cambiarse a voluntad del hombre
- Debe dotarse de una fuente de energía, en la mayor parte de las ocasiones de forma artificial
- La diversidad de especies es baja
- Sus cadenas alimentarias son simples y en la mayor parte de las ocasiones incompletas
Son muchos y muy diversos los ejemplos de ecosistemas artificiales. Los más antiguos son los campos de cultivo en sus diferentes modalidades. Por supuesto, no es igual de dañino un huerto ecológico que un cultivo agrícola industrial que usa fertilizantes y plaguicidas químicos. Pero, también es un ecosistema artificial una ciudad, un embalse o un invernadero.
Tipos de ecosistemas humanizados
Existen dos variantes dentro de los ecosistemas inducidos o humanizados, como también se les denomina:
- Agropecuarios. Se calcula que ocupan en torno a 330.000 millones de hectáreas entre bosques, humedales, praderas y montañas, de los que se obtiene el 99% de la base de la alimentación de la humanidad, además de otras materias primas imprescindibles para la industria. Uno de sus principales inconvenientes es que se degradan los suelos como producto de la sobreexplotación.
- Urbanos. Los que se crean para que vivan las personas. Actualmente ocupan el 4% de la superficie de la Tierra (unos 470 millones de hectáreas). Pese a su menor tamaño, su efecto contaminante es enorme pues concentran actividades muy contaminantes como industrias, medios de transporte, vertederos, además del consumo excesivo de recursos naturales como agua, oxígeno, flora y fauna. Son el origen de la aparición del concepto de huella ecológica, que es el área geográfica que se necesita para abastecer de recursos a un grupo humano. En el caso de las grandes ciudades, se ha calculado que su huella ecológica es de 500 a 1.000 veces superior a su superficie. Esta cifra demuestra que la Tierra no es capaz de soportar el nivel de consumo de los países desarrollados si se extendiese por todo el planeta.
Analizar en qué consisten los ecosistemas artificiales nos conduce a una clara conclusión: son necesarios pero se deben acometer medidas para controlar sus efectos sobre el medioambiente.
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