Una de las grandes contradicciones que existen con relación al problema de la lluvia ácida es que los efectos negativos más duros no siempre se sufren en las zonas donde se produce la contaminación, sino a muchos kilómetros de distancia. Piensa en esas altísimas chimeneas de las fábricas que evitan que las emisiones perjudiciales se respiren justo en esas áreas. Una vez sueltas en la atmósfera, el viento se ocupa de trasladar los efectos y consecuencias de lluvia ácida a miles de kilómetros de distancia.
Sin negar esa realidad, lo cierto es que la lluvia ácida está ahogando al planeta. Probablemente es uno de los agentes contaminantes más peligrosos y dañinos por su capacidad de expandirse rápidamente. Secuelas que son más letales por la confluencia de esa capacidad combinada con la de permanencia, pues una vez que llega a una zona se infiltra en su suelo y en su agua.
Y, por si fuera poco, la diversidad de sus efectos es preocupante porque se ve afectada la composición química de los substratos y las aguas, la vegetación, la fauna, la salud de las personas… nada queda libre de la peligrosa influencia de esta realidad, como vamos a analizar en detalle.
¿Qué problemas genera la lluvia ácida?
Todos los efectos de la lluvia ácida que hemos citado son consecuencia del nefasto ciclo que implica la aparición de este fenómeno, que del aire pasa al agua y de esta al suelo y vuelta a empezar. Y en este contaminante camino, va dejando afectados de distinta naturaleza:
- Las masas de agua. Lagos, ríos, pantanos… cualquier medio acuático ve cómo empeora su pH como consecuencia de la presencia de lluvia ácida en cualquiera de sus formas. Pero, las consecuencias no se quedan ahí, porque se incrementa el nivel de metales pesados en las aguas (plomo, mercurio, cinc o aluminio) y la toxicidad que conlleva.
- La calidad de los suelos. La conclusión más severa es la desertización a medio plazo de las tierras que sufren este fenómeno de forma regular. Por en medio, una gama de secuelas graves que dependen del tipo de suelo en el que se infiltra. En los calcáreos la absorción de las sustancias contaminantes es inmediata. En los de arcilla o granito, dada la capacidad que tienen de disolución de la lluvia ácida, se produce una alteración completa del pH de todo el terreno y su contaminación.
- La vegetación. Al penetrar en los suelos, el ácido elimina los nutrientes de los que se alimentan las plantas como potasio, magnesio o calcio. Como el agua también está contaminada, el efecto es aún más devastador.
- Los seres vivos. Las aguas cargadas de metales pesados alteran las cadenas tróficas. La reproducción de las especies marinas se ve directamente afectada, con casos notablemente sensibles a la acidez que impide que, por ejemplo, huevas y alevines de camarones, caracoles y mejillones alcancen su madurez. Determinados tipos de peces jóvenes sufren deformaciones que desembocan en infertilidad. Todas estas perturbaciones tienen repercusiones en el resto de la fauna.
- Las poblaciones urbanas. Pese a que hemos señalado que se intenta evitar que el aire que se respira esté muy cargado de estas sustancias contaminantes, es inevitable que haya otras secuelas sobre en las zonas donde cae lluvia ácida. Consecuencias inmediatas son la corrosión de las edificaciones, sobre todo las construidas con mármol o piedra caliza, las más sensibles a la acidez o metales como el cobre, hierro, bronce y acero. Ya son visibles las huellas que la lluvia ácida ha dejado en monumentos e insustituibles creaciones arquitectónicas.
Es inevitable terminar señalando que entre los efectos y consecuencias de lluvia ácida, la salud de las personas ocupa un puesto destacado. Quizá no directamente, pero los depósitos secos repercuten en las vías respiratorias y en dolores de cabeza o irritaciones y picores. Consulta las soluciones que existen para acabar con la lluvia ácida y frenar estas consecuencias tan dañinas para el medioambiente.
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