Un planeta con un 70% de agua en su composición tiene que estar pendiente de todo lo que se mueve entorno a ese elemento esencial. Estudios internacionales, publicados en revistas tan prestigiosas como Nature, señalan que los ecosistemas acuáticos van a emitir hasta el doble de CO2 a la atmósfera que los terrestres, con el consiguiente perjuicio para el calentamiento global. Un preocupante dato para el medioambiente, que es consecuencia de algunas de las características de los ecosistemas acuáticos, sobre las que se hace imprescindible reflexionar.
No deja de ser significativo que el agua, que fue el medio determinante para la aparición de la vida en la Tierra, se pueda convertir en la protagonista de su deterioro y, si no se toma medidas, de su desaparición a largo plazo. Investigar y mejorar los entornos acuáticos, en su amplia variedad, es tarea de todos.
Recordar que los ecosistemas acuáticos son aquellos entornos que se desarrollan teniendo el agua como medio. Nuestro Planeta Azul recibe este nombre precisamente porque visto desde el espacio se hace evidente el predominio de agua por encima de otros elementos.
Agua salada o dulce, en forma de mares o ríos… esencial para que subsistan estos hábitats que se caracterizan por su elevada diversidad biológica. Otros factores, además de la salinidad, determinantes en los ecosistemas acuáticos son la cantidad de luz que reciben, la profundidad de las aguas, su topografía y su proximidad con la tierra.
Hay ejemplos de ecosistemas acuáticos que reflejan claramente la riqueza y belleza de estos entornos. No podemos pasar por alto los arrecifes corales, impresionantes reservas de biodiversidad, sólo superadas por las selvas. A su lado, el contraste del Océano Polar, con sus aguas heladas donde la flora, básicamente de naturaleza bacteriana, es mínima y la fauna la componen especies de peces y mamíferos adaptados para sobrevivir en temperaturas gélidas.
Dos grandes grupos, el de agua salada y el de agua dulce, engloban a los distintos tipos de ecosistemas acuáticos de la Tierra.
Los ecosistemas marinos o de agua salada son muy variados y con una enorme riqueza de flora y fauna. Las diferencias vienen marcadas sobre todo por la profundidad de sus aguas y que conforman cuatro variantes:
Los ecosistemas de agua dulce son los grandes perjudicados del cambio climático, afectados directamente por la sequía, el aumento de la temperatura y la acción del hombre. Se caracterizan por su baja salinidad y el movimiento de sus aguas, dando lugar a:
Hay que subrayar, después de analizar las principales características de los ecosistemas acuáticos, que son una de nuestras principales fuentes de provisión de alimentos, energía e, incluso, oxígeno. ¡Paremos su sobreexplotación!