De vez en cuando nos encontramos con noticias o informes relacionados con las diferencias que hay entre los alimentos que consumimos habitualmente y los tradicionales. La inmensa mayoría de la población europea afirma rechazar los alimentos transgénicos, sin embargo su consumo está muy por encima del de los alimentos ecológicos. ¿La razón? El mercado está copado de alimentos transgénicos, pensados para obtener el mejor aspecto y un mayor rendimiento económico, mientras que los productos que provienen de la agricultura ecológica están a un segundo nivel.
Dentro de los alimentos transgénicos se incluyen, entre otros, los OMG (organismos genéticamente modificados) y los que utilizan pesticidas como el glifosato, antibióticos, hormonas o fármacos de otros tipos. El objetivo siempre es el mismo, acelerar el proceso de producción y conseguir como resultado final un alimento que entre por la vista: grande, de un color y un aspecto apetecible y a la mayor brevedad de tiempo posible para volver a iniciar el proceso. Eso sí, todos estos productos están regulados por la Unión Europea.
Sobra decir que cualquier alimento transgénico que llegue a nuestra mesa es completamente seguro, a pesar de contar con esa ingente cantidad de productos adicionales. Por su parte, los alimentos ecológicos deciden prescindir del uso de los químicos y los OMG para lograr un alimento natural, que se toma el tiempo necesario para crecer y que generalmente tiene un mejor sabor. Eso sí, los productos ecológicos son generalmente más caros, de ahí que los transgénicos sean los dueños del mercado.
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La gran diferencia entre la agricultura ecológica y la transgénica está en el tiempo de los procesos y el uso o no de productos químicos. Los alimentos ecológicos llevan a cabo todas sus etapas de crecimiento y producción de forma natural, es decir, sin ningún tipo de intervención artificial. Sin embargo, la agricultura transgénica sí que realiza esta intervención artificial, ya sea con el uso de OMG, pesticidas, una combinación de métodos, etc. Incluso las semillas de los alimentos ecológicos deben estar libres de cualquier intervención, si no pierden el calificativo de ecológico.
También el agua que se utiliza para regar debe estar descontaminada, lo mismo que pasa con la tierra donde se cultivan los alimentos ecológicos. Esto en lo que vemos cuando vamos al mercado a comprar frutas y verduras, porque en el campo vemos que además de cultivarse más rápido, los alimentos transgénicos suelen formar parte de monocultivos mientras que la agricultura ecológica tiene tendencia a diversificar los cultivos y adaptarlos a la época del año y localización geográfica, lo que tiene efectos beneficioso para el medio ambiente.
Llegados a este punto, podemos hacer balance en busca de la mejor opción. Si nos limitamos a lo que dicen los estudios nutricionales, vemos quepor norma general los alimentos ecológicos tienen entre un 19 y un 69% más de antioxidantes, desarrollados precisamente porque al no usar químicos las plantas necesitan estos antioxidantes para defenderse de las amenazas. Además, contienen una cantidad mucho menor de productos químicos aunque, como hemos dicho antes, todos los químicos utilizados en los transgénicos pasan unos controles nivel europeo que garantizan su seguridad.
Otra de las diferencias que nos puede llevar a decantarnos por unos u otros es nuestra consciencia ambiental. Está claro que los ecológicos son más favorables para el medio ambiente que los cultivos transgénicos, más agresivos. Eso sí, tampoco podemos pasar por alto el precio. La producción de alimentos transgénicos o convencionales es mucho más barata que la ecológica, así que cualquier alimento ecológico será más caro que un transgénico, que probablemente tenga mejor aspecto... aunque no mejor sabor.