Esta es la forma más cruda de referirse a los plaguicidas. Regularmente, se utiliza para aquellos que no solo evitan esas plagas sino que tienen efectos nocivos, en general. Pueden asentarse en los alimentos tratados y provocar intoxicaciones. Además, si ocurre un vertido, las consecuencias para la vida, ya sea humana o animal, pueden ser letales.
En esta denominación se incluyen los plaguicidas tóxicos que se utilizan de diferentes formas. Cada uno está pensado para deshacerse de un tipo de plaga. Estos engloban:
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El problema es que la mayoría de los actuales (y los más baratos) fueron creados hace mucho tiempo. Así pues, su impacto en el medioambiente no estaba medido cuando se aprobó su utilización. Es por eso que muchos son considerados agrotóxicos.
Claro que nadie va a utilizar productos para nada. La industria agroalimentaria ha dependido de ellos durante décadas. Esto se debe a su capacidad para:
Así pues, estos productos permitieron alcanzar el nivel de producción actual. Sin ellos, probablemente habríamos seguido teniendo hambrunas, o plagas biológicas. Sin embargo, con la tecnología actual deberían poder sustituirse por otras sustancias con sus mismos efectos. Por supuesto, hablamos de productos que sean más respetuosos con el medioambiente.
Hay una gran cantidad de organizaciones en contra del uso del uso de agrotóxicos. Esto se debe a que los efectos nocivos están comprobados tras un mal uso de estos productos. Sin embargo, las industrias químicas y farmacéuticas niegan el peligro si se respetan las medidas de seguridad.
El mayor problema es que es imposible comprobar los efectos a largo plazo. Si siempre se utilizasen de manera correcta, no hay manera de comprobar en tiempo presente cuáles serán las consecuencias. Aunque, claro, esto sería el caso de que nunca ocurriese nada fuera de las recomendaciones de seguridad.
El ser humano usa y abusa de ciertos productos. Utilizamos más de lo debido, los derramamos o los almacenamos de manera incorrecta. La desventaja de la alta toxicidad se hace patente por esta razón. El suelo y el agua son las primeras víctimas. En última instancia, los serán aquellos animales y personas que consuman dicha agua. Este problema es especialmente visible en países en vías de desarrollo.
Indudablemente, la falta de sistemas de control y depuración, así como de regulaciones, es un caldo de cultivo perfecto. Aquellos que beban de los ríos pueden sufrir graves consecuencias. Lo que, en un país en vías de desarrollo puede acabar en muerte por la falta de un sistema sanitario moderno.
Podemos concluir que el uso de estos productos nos ha ayudado a llegar a donde estamos. Ahora hay que pensar si seguir por este camino es lo correcto, o, por el contrario, deberíamos buscar alternativas.