El aprovechamiento de la energía que proviene del sol es una excepcional forma de ayudar a mantener el planeta y reducir la dependencia de los usuarios y los países de los tradicionales productores de energía. Sin embargo, sigue siendo una gran desconocida para la ciudadanía. Uno de los grandes vacíos tiene que ver con el conocimiento de la existencia de distintos tipos de energía solar.
¿Por qué le damos importancia a este asunto? Pues, básicamente, porque si conocemos las distintas clases de energía solar es más fácil que encontremos una que se adapte a nuestras condiciones y necesidades. En este caso, es especialmente importante porque las instalaciones domésticas podrían llegara suponer un ahorro del 5% en energía primaria en España, para empezar.
La primera diferenciación que hay que hacer es entre energía solar pasiva y activa. No hay que desdeñar la primera que es el aprovechamiento natural que el ser humano hace de la luz y el calor que recibe directamente del sol. En la actualidad, la línea a seguir es perfeccionar los materiales de construcción y la ubicación de los edificios para que aún se le pueda sacar mayor provecho.
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Pero sin restar su importancia a la energía solar pasiva, es evidente que el futuro y el presente pasan por la implantación de las distintas modalidades de energía solar activa. Hay distintas formas de afrontar esa clasificación. Aquí reflejamos la que atiende a las tres tecnología que se usan para el sacar partido a la energías solar:
La energía solar fotovoltaica es la que se usa para producir electricidad mediante la colocación de paneles solares, que puede utilizarse de forma local, almacenarse o transportarse grandes distancias. Se trata de una fuente de energía muy flexible, que puede llegar a zonas desabastecidas y con un aprovechamiento de entre el 12%-18% de la energía del sol captada por las placas.
En este caso, la energía solar térmica se utiliza para obtener agua caliente a través de la energía calorífica proveniente del Sol. Sus aplicaciones son múltiples: agua sanitaria, calefacción en viviendas particulares y edificios comunitarios, climatización del agua de las piscinas o de otro tipo de establecimientos como centros hidrotermales.
Además, esta tecnología también se usa curiosamente para enfriar la temperatura interior de las viviendas, gracias la llamado “frío solar”. Lo más destacable es que los paneles solares térmicos tienen infinidad de aplicaciones y capacidad real para disminuir de forma drástica las facturas de gas o electricidad de los hogares o edificios públicos donde se instalan.
Se podría decir que es una mezcla de las dos fórmulas anteriores. El funcionamiento es sencillo, se colocan superficies reflectantes (espejos o lentes) que reciben la energía solar para generar vapor, que mueve unas turbinas que acaban produciendo electricidad. Generalmente estas instalaciones, que son más desconocidas que las dos citadas antes, adquieren la forma de grandes explotaciones donde se generan cientos de megavatios.
En muchas de estas plantas se emplean resinas que permiten almacenar el calor producido durante las horas de sol para liberarlo de noche, de forma que pueden abastecer de energía de forma ininterrumpida, paliando una de las pegas que se le ponen a la explotación de la energía solar. Otra de sus ventajas es que aumenta el rendimiento de la energía captada ya que produce mayores niveles de potencia que la fotovoltaica.
Todo lo expuesto debemos enmarcarlo en la idea de que, afortunadamente, nuestro país es una de la potencias mundiales en materia de producción de energía solar, con grandes explotaciones instaladas en nuestro territorio y como exportadores de nuestra tecnología solar a cualquier país del planeta. Por eso, el camino es avanzar y perfeccionar todos estos tipos de energía solar, una fuente limpia, inagotable y al alcance de todos.