Basta un rápido repaso por los informes que publican los organismos internacionales especializados para comprobar la necesidad de afrontar una clara apuesta por las energías renovables. El caso de la hidroenergía es algo peculiar porque genera cierta controversia, reparos entre los defensores del medioambiente. Parece que aclarar qué es la energía hidráulica se hace imprescindible para entender sus matices.
La también denominada energía hídrica no es más que el aprovechamiento de la energía cinética (del movimiento) y potencial (por su posición) del agua, en las distintas formas que se presenta en la naturaleza: corrientes, saltos o mareas. Curiosamente, se trata de una de las fuentes de energía utilizadas por el ser humano desde sus orígenes, aunque mucho se ha avanzado desde aquellos molinos de agua a los sofisticados sistemas actuales, mediante los que se genera cerca del 20% de la energía primaria mundial y el 15% en el caso de España.
Como ya hemos señalado, la idea básica es sencilla, utilizar el movimiento del agua como productor de energía. Ningún reparo pues al aprovechamiento de recursos naturales e inagotables como los citados saltos de agua, corrientes o mareas, que se pueden considerar una energía verde.
El problema viene cuando se realizan enormes construcciones artificiales para retener el agua, las conocidas presas y embalses de las centrales hidroeléctricas. A parte de necesitar grandes inversiones de dinero y tiempo para ser productivas, este tipo de explotaciones tienen un considerable impacto en el medioambiente, ya que inundan espacios originariamente ocupados por la naturaleza.
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Su funcionamiento es muy sencillo, se necesita una masa grande de agua, canales por los que fluya, una turbina y un generador de electricidad. Difiere en función del tipo de central hidráulica que se trate:
Pero, hay otras formas de energía hidráulica que merece la pena destacar:
En sus formas iniciales, los molinos de agua utilizaban la energía cinética para distintas tareas, básicamente para mover dos grandes piedras circulares (muelas) y aplastar el grano. Ahora, los usos de la energía hidráulica se concentran con su capacidad para generar electricidad.
Sin embargo, hay algunas sorprendentes aplicaciones, que señalan hacia el futuro más ecológico de la hidroenergía transformada en microturbinas (potencias de menos de 100kW) para suministrar electricidad a pequeñas aldeas o picoturbinas (menos de 5.000W) para la recarga de dispositivos móviles, como ya ocurre en la Rambla Nova de Tarragona.
En definitiva, la energía hidráulica debería conducirnos a su potencialidad como fuente de energía renovable, recordándonos que nos acompaña desde nuestros orígenes.