El ciclo del agua o ciclo hidrológico es un proceso por el que el agua cambia de forma y pasa por las diferentes partes del planeta. Así mismo, los diferentes estados por los que pasa son los siguientes: sólido, líquido y gaseoso. Es un proceso extremadamente importante ya que todas las directrices y estructuras Se fundamentan en ello. De hecho, ya en un informe del IPCC de EE. UU., en 1990 se habló de la importancia de no alterar el ciclo
Comencemos por lo básico... ¿listo?
Es bien sabido que el agua es un elemento importante para la vida. De hecho, su presencia en cantidades normales es muy beneficiosa para el hábitat natura ya que regenera y limpia los ecosistemas. A grandes rasgos, el ciclo del agua se divide en dos:
Para entender cómo funciona este ciclo es crucial conocer sus fases y los estados por los que este elemento pasa para completar el movimiento.
Este ciclo se divide en cinco fases que son las siguientes: evaporación, condensación, precipitación, infiltración y transpiración. A continuación procederemos a dar una breve explicación de cada una de estas fases.
Se produce cuando el sol calienta el agua de los mares, los ríos, o cualquier sustancia compuesta por este elemento. Entonces, el agua se transforma: pasa de un estado líquido a un estado gaseoso. Después, esta transformación se desplaza de la superficie hasta la atmósfera.
Es un poco lo opuesto a la evaporación. Al enfriarse el vapor, el agua sube y se condensa formando pequeñas gotas de agua, que es lo que conocemos por nubes y neblinas. En este caso, el ciclo del agua ha pasado de ser gaseoso a líquido y a eso se le denomina condensación.
Las precipitaciones van ligadas a la fase de condensación. Esto se produce cuando las nubes, formadas por gotas de agua, se enfrían y aceleran la condensación. Acto seguido, las pequeñas gotas de agua se convierten en gotas más grandes. Finalmente, estas gotas acaban por caer en la superficie terrestre debido al peso, que es mayor. Las precipitaciones tienen dos formas: pueden ser sólidas (granizo, nieve) o líquida (lluvia).
La infiltración, como su propio nombre indica, es cuando la precipitación llega a la tierra y parte de ese agua se filtra en el interior de esta. Sin embargo, parte de esa agua que se infiltra, vuelve a salir al exterior mediante las plantas, o por evaporación.
La transpiración es el proceso por el cual las plantas absorben el agua, ya sea por los depósitos acuíferos o por las precipitaciones y después la liberan otra vez a la atmósfera.
Como ves es un mecanismo cíclico y sencillo a simple vista. De hecho, muchos expertos suelen llamarle el ciclo «eterno» del agua. Sin embargo, recientes estudios han revelado que el cambio climático está ocasionando cambios notorios. Por ejemplo, esto se traduce en una intensificación del ciclo. Por un lado, llueve menos en zonas áridas y llueve más en aquellas con un índice de pluviosidad más alto. Indudablemente, el ciclo hidrológico es vital para la vida. Además, este permite a los ecosistemas tener un desarrollo normal. Por ello, cualquier alteración podría acarrear graves problemas.