Según los expertos, el aumento de las temperaturas en las últimas décadas está provocando que se derrita el permafrost. Indudablemente, es un gran problemas para el planeta ya que juega un rol catalizador del dióxido de carbono. Como es natural, las zonas más afectadas son aquellas donde el cambio climático es más evidente. Por ello, dado que es un término poco difundido, vamos a darle el protagonismo y explicaremos qué es y su importante función.
A grandes rasgos, el permafrost se refiere a la capa de la geosfera que se encuentra helada durante dos o más años de forma consecutiva. Etimológicamente, el nombre proviene de «perma-» que significa «permanente» y de «-frost» que significa «congelado».
Las investigaciones apuntan que la edad geológica del permafrost es de aproximadamente más de 15 mil años. Además, se encuentra activa bajo la capa de suelo sobre el cual pisamos. En cuanto a su ubicación, se concentra principalmente en la Antártida, Alaska, Canadá, Mongolia, Rusia y el norte de Europa. Para ser más exactos, el permafrost cubre alrededor del 24 % de la superficie del hemisferio norte. Una de sus características es que almacena grandes cantidades de dióxido de carbono y de metano.
Debido al aumento de la temperatura, los suelos que han estado congelados durante miles de años, se están empezando a descongelar. Asimismo, aunque es verdad que esto ocurre a un ritmo lento, lo hace de forma imparable. De hecho, los geólogos calculan que se trata de 0,12 ºC al año.
Dado que teóricamente, es una capa que ha estado congelada siempre, se puede apreciar cómo está variando la estructura del suelo. Un claro ejemplo es que al descongelarse, también pierde estabilidad; lo que acaba afectando a las construcciones y a los propios bosques.
La principal razón por la cual el permafrost es tan importante es que este actúa como una «gran jaula» de residuos de carbono. Según datos, se calcula que la cantidad de carbono retenido en el permafrost es alrededor del doble de la existente en la atmósfera. Así pues, ahora que comienza a descongelarse, la materia orgánica descompuesta se libera en forma de metano y dióxido de carbono. Estos compuestos son los dos gases principales del efecto invernadero.
Como hemos apuntado anteriormente, las consecuencias ya comienzan a notarse en la tundra de Alaska. De hecho, los suelos de Alaska actúan ahora como emisor de CO2 a la atmósfera. Desde el punto de vista sanitario, el permafrost también sirve de aislante ante posibles enfermedades de los animales que quedaron congelados. Por lo tanto, al descongelarse esta capa, tanto los gases como los virus son liberados al medio.
En 2016, se registró un caso en la Península de Yamal en donde surgió un brote de ántrax. En este caso, el foco del virus provenía de animales que habían quedado al descubierto y que eran portadores. Dicho brote provocó la muerte de un niño, más de 100 hospitalizados y la muerte de 2000 renos. Y, esta situación no es única, ya que en los últimos años se han dado diferentes cepas de virus de alrededor de 30.000 años de antigüedad. Estos virus permanecían congelados en el permafrost.
Como vemos, el permafrost es muy importante para nuestro planeta. Sin él, las emisiones de dióxido de carbono y metano dificultarían nuestra vida en la Tierra. Además, también modificaría el medioambiente y estaríamos expuestos a antiguas y peligrosas enfermedades. Es un tema complicado de abordar ya que ya que hablamos de cambios a gran escala.