La tundra es el bioma más extremo de la Tierra debido a sus bajas temperaturas. Lo encontramos en las proximidades de los casquetes polares, generalmente dentro del círculo polar ártico -aunque en el hemisferio sur también tiene cierta presencia-, y si hay algo que la caracteriza es el permafrost, ese suelo en constante proceso de congelación y deshielo. Hay quien habla de ella como “el desierto helado”, una definición muy acertada aunque no debería llevarnos a confundir este bioma con los desiertos fríos. Si quieres ser un experto en medioambiente, no dudes en consultar toda la información sobre este bioma.
Según su localización podemos establecer tres tipos de tundra. El más común es la tundra ártica, en el hemisferio norte: la mitad superior de Canadá, parte de Alaska, Groenlandia, Islandia, Noruega y Siberia, y a pesar del permafrost vemos que aparecen algunas plantas bajas que son capaces de resistir a las bajas temperaturas. Prácticamente no hay presencia de anfibios y reptiles, mientras que las aves son migratorias y muchos de los mamíferos allí presentes hibernan durante parte del año.
En las zonas montañosas de la Tierra (Alpes, Atlas, Himalaya, Montañas Rocosas) nos encontramos con la tundra alpina, una versión de este bioma que solo se da cuando debido a la altitud y al clima extremo los árboles ya no crecen y el paisaje es prácticamente desértico. Por último está la tundra antártica, que sería la versión de la ártica en el hemisferio sur. Sin embargo su presencia es escasa, limitándose a pequeñas zonas de la Patagonia argentina y chilena, las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur o las Islas Kerguelen.
Tanto la proximidad a los polos en el caso de la ártica y la antártica como la altitud en el caso de la alpina -también en las otras dos- hacen que el clima de este bioma sea extremadamente frío. Según la zona, la temperatura media puede estar por debajo de los 0ºC entre 6 y 10 meses al año, llegando a registrarse mínimas de -70ºC. Las escasas horas de luz diarias a medida que nos acercamos a los polos provocan un invierno largo, oscuro y seco que contribuye de forma destacada a estas bajas temperaturas.
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Sobra decir que durante gran parte del año el suelo está nevado y/o helado, y en verano es habitual que se den ligeras precipitaciones en forma de nieve, siendo esta la estación más lluviosa. Otro de los factores claves en el clima de la tundra es el fuerte viento que acostumbra a soplar. Cuando hablamos de una tundra alpina la situación cambia ligeramente, ya que si bien se registran las mismas temperaturas heladas, durante el día en verano se puede llegar a los 10ºC, cayendo mucho la temperatura al ponerse el sol.
Ya hemos dicho que en la tundra no hay árboles. El hecho de que el suelo esté permanentemente helado gran parte del tiempo, o bajo el permafrost, dificulta la acumulación de nutrientes necesaria para que la vegetación se desarrolle en todo su esplendor. Sin embargo, en la tundra encontramos más de 1.500 especies de pequeñas plantas o pastos muy bien adaptadas a las condiciones extremas que dan vida al suelo, especialmente en verano. Eso sí, el musgo sigue siendo el gran protagonista.
En cuanto a los animales, es más fácil encontrarlos en la tundra ártica que en la alpina ya que allí tienen más alimento. Hablamos de osos polares, renos, zorros árticos, bueyes, lobos o caribúes, con grandes capas de grasa que les protegen del frío; pero también de aves como halcones que migran en los meses fríos. En las aguas que bañan las zonas con este bioma también nos encontramos con focas y leones marinos.