Uno de los conceptos más utilizados para hacer referencia al paso del hombre por el mundo es de la huella ecológica. La huella ecológica es un indicador de sostenibilidad internacional que permite que mide la demanda de recursos que los humanos precisan de la Tierra, con la capacidad que esta tiene para generar nuevos recursos.
De esta forma forma podemos definir la huella ecológica como el área productiva necesaria para producir todos los recursos destinados a satisfacer las necesidades humanas y la aborsorbción de todos los residuos generados. Es fundamental para valorar la sostenibilidad ya que nos permite conocer las posibilidades de la Tierra en función del ritmo de consumo que llevamos.
Esto nos permite saber cuál es la influencia e impacto de las personas en un entorno. Para ello, se valoran los diferentes recursos que la actividad humana adquiere de un ecosistema concreto y los residuos que se generan en él. De ahí el que se hable de huella, porque es la marca que está dejando el hombre a su paso por este planeta.
Calcular la huella ecológica dentro de diferentes entornos ofrece una gran variedad de beneficios, ya que permite realizar comparaciones para ver qué opciones ofrecen menos perjuicios en los diferentes tipos de ecosistemas que podemos encontrar.
Sin embargo, calcular la huella ecológica no es nada sencillo. En este cálculo se incluyen una gran variedad de factores como el crecimiento de la población, los recursos necesarios, el consumo realizado, la deforestación o la pérdida del suelo fértil para destinarlo otras actividades o por la contaminación. Para se calcula la cantidad de terreno utilizado para viviendas, infraestructuras, ganadería, agricultura, pesca y consumo de energía.
También debemos tener en cuenta que podemos medir la huella ecológica de muchos entornos. Por ello, lo principal para medir la huella ecológica es delimitar el área para la que se va a estudiar. Por ejemplo, una comunidad entera, un país, una familia, incluso una sola persona.