Las praderas, también conocidas como estepas en la zona euroasiática o pampa en América del Sur, son un bioma que se extiende en los cinco continentes. Se caracterizan por tener un clima húmedo y semiárido, donde los veranos son cálidos -las temperaturas superan los 20ºC- en contraste con unos inviernos más fríos, donde se producen heladas que impiden el crecimiento de la vegetación durante unos meses del año. Su paisaje es muy variado, ya que va desde la vegetación baja a praderas en zonas de montaña.
Por desgracia, la actividad humana está ejerciendo una gran influencia en todo el medioambiente y, en especial, sobre este bioma. Aunque se pueden encontrar praderas en estado natural y sin gran afectación es innegable que el ser humano ha acabado con grandes extensiones de pradera, que ha reconvertido en tierras agrícolas para cultivar trigo, maíz, avena y otros granos; y también para la ganadería. Como curiosidad, las praderas del hemisferio sur suelen presentar una vegetación más densa que las del hemisferio norte al recibir más precipitaciones.
Más allá de los diferentes nombres que recibe este bioma según donde nos encontremos, podemos diferenciar entre dos tipos de pradera distintos, la pradera tropical y la pradera templada. La pradera tropical tiene unas temperaturas cálidas todo el año, aunque la diferencia entre la estación seca y la húmeda es muy marcada. Las praderas de la sabana africana son un buen ejemplo. Por su parte, en las praderas templadas sí que existe una mayor diferencia entre verano e invierno, y las precipitaciones están mejor repartidas a lo largo del año.
La vegetación baja y la ausencia de árboles son los rasgos principales de la vegetación de las praderas. Gramíneas, juncales, girasoles, tréboles o índigos silvestres ocupan grandes extensiones junto a los cultivos de grano, fruto de la acción humana. Las pocas precipitaciones características de este bioma, junto a factores secundarios como el fuego o la propia mano humana, impiden que los árboles puedan crecer en este bioma como lo hacen en otros puntos del mundo, incluso en latitudes similares.
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Se trata de una vegetación con un potente color verde y que crece de forma extensa, muchas veces a causa del vuelo de las esporas fruto del viento, lo que nos ofrece unos extensos paisajes decorados con este color. Este suelo verde también se debe a que la vegetación crece desde la base, y no desde las ramas, lo que también permite a los animales herbívoros de las praderas alimentarse sin problemas ya que en vez de arrancar las plantas de raíz cortan el alimento con los dientes, por lo que siempre hay una base.
La mayoría de animales presentes en este bioma son precisamente herbívoros o aves, aunque hay que destacar que la ausencia de árboles les ha dificultado mucho la vida. De hecho, han desarrollado un plumaje con rayas marrones para evitar a sus depredadores. También los herbívoros se mueven en manada para evitar los ataques de unos depredadores que, al no contar con la oposición de árboles, montañas o cerros son capaces de detectar la presencia de sus presas a kilómetros de distancia.
Aunque la región geográfica en la que estemos hará variar la fauna, en la pradera es habitual dar con armadillos, zorros, coyotes, lechuzas, colibrís, comadrejas, patos, vacas, conejos salvajes y, en algunos casos, bisontes o antílopes. También es muy importante el papel que juega la fauna bajo tierra, ya que al excavarla activa los minerales de la tierra y oxigenan el suelo, lo que facilita el desarrollo de la vegetación. Las lombrices y bacterias también ayudan a descomponer materia orgánica, el mejor abono para estos suelos.